viernes, 24 de junio de 2016

COLUMNA DEL REPARADOR DE PERSONAL ESTEREOS


"Tal vez fueran siete tigres. Pero me parece que sólo eran seis. Y difícilmente hubiéramos podido los seis ser algo en el año 2000 pues por entonces Rodrigo Lira, el mejor, ya se había suicidado y llevaba varios años pudriéndose en algún cementerio o sus cenizas volando confundidas con las demás inmundicias de Santiago. Más que de tigres hubiera debido hablar de gatos. Bertoni, hasta donde sé, es una especie de hippie que vive a orillas del mar recolectando conchas y cochayuyos.  Maquieira leyó con cuidado la antología de poesía norteamericana de Cardenal y Coronel Urtecho, después publicó dos libros y se dedicó a beber. Gonzalo Muñoz se perdió en México, me dijeron, pero no como el cónsul de Lowry sino como ejecutivo de una empresa de publicidad. Martínez leyó con atención el Duchamp des cygnesy luego se murió"


Encuentro con Enrique Lihn – Roberto Bolaño



            Si algún tesista, en un futuro no muy lejano, se propusiera realizar un estudio sobre los medios de comunicación y recogiera la tesis de Lihn sobre "los 6 tigres" en torno a la televisión chilena, el Dandy, Juan Cristóbal Foxley debería estar entre ellos. Claramente don Francisco, Felipe Avello y Bonvallet estarían antes, como Lira, Bolaño y Bertoni están antes que los demás poetas. Foxley sería como Jota Ele Martínez, un genio extinto prematuramente. En el caso de los tigres televisivos, no concibo un leivmotiv demasiado claro pero la subversión de los formatos sería unos de los factores. En tiempos de extinción del lenguaje televisivo, vale la pena discutirlo.
            Hace poco regalé una televisión. La regalé para expiar culpa de una culpa incierta, aquella culpa de algarabía y objetos rotos. Filo, la regalé. Mi reflexión comenzó con el sentimiento de pérdida de un objeto de culto. Para aquellos que la televisión fue un verdadero silabario y que añoran el aroma de un libro nuevo cada cierto tiempo es más que un fetichismo mercantil o artístico. Frente al PDF, frente al plasma y frente otras formas sofisticadas de representación de la realidad prefiero la espera del artefacto. Cuando Duchamp se reencarne sé que exhibirá una televisión en la sala de un campeonato de videojuegos japonés.
            Los recuerdos televisivos pertenecen a un registro cada vez más restringido. Un medio masivo que impulsó una nueva forma de ver la realidad, donde aprender a leer conductas e imágenes en la pantalla chica fueron las primeras evaluaciones. Delinear lo ficticio dentro de una realidad cuadriculada. Adoptar y desechar estereotipos, participar de la histeria colectiva televisada era un requisito de la adolescencia. Imágenes que hoy son prejuicios, fantasmas sobre la belleza, la violencia, la justicia y la solidaridad. Un cebo atrapatontos, para cerebros alimentados en una parrilla programática pobre.
            Es por eso que Juan Cristóbal Foxley representa para mí un personaje enigmático. Orate sobreexpuesto, aristócrata desdentado, Tom Sawyer paseando por las orillas del Mapocho, un lazarillo entre amos y directores crueles. Un tigre autocomplaciente pero instintivo, con apellido ministerial y gustos heteroflexibles. La reencarnación de Vicente Cuicobro en TV. Es posible que si el vate hubiese estado vivo habría pisado un set de farándula, tal como lo hizo con el cine. Quizás un análisis semiológico acabado del fenómeno Foxley pueda arrojar mayores certezas. Mi duda es ¿quiénes son los demás tigres de la manada?





viernes, 3 de junio de 2016

Cómo ser un gran estudiante

“La disciplina consiste en la totalidad de los controles totalitarios en el lugar de trabajo
supervisión, movimientos repetitivos, ritmos de trabajo impuestos,
 cuotas de producción, marcar tarjeta, etc.
La disciplina es lo que la fábrica, la oficina y la tienda comparten
con la cárcel, la escuela y el hospital psiquiátrico.”


Bob Black - La abolición del trabajo


       Pidieron la apertura de las Alamedas y lo único que obtuvieron fue la apertura de las cárceles. Como estudiantes saliendo de la Universidad, delicuentes, violadores, asesinos y amigos de lo ajeno corrieron por las calles en busca de libertad. Libertad en la propiedad privada, libertad en bolsillos ajenos, en cuerpos prohibidos. Licenciados del crimen que salen en búsqueda de una práctica profesional. Sean blancos o tostados, por hurto o por robo con intimidación la academia, y en especial la academia del conservadurismo criminal, se conforma con cumplir con la formalidad y no cree en los cambios. Ese gusto culiao de cagar donde se come, de asociar la pobreza con la falta de herramientas, de cantar al nihilismo del tonto útil. Finalmente, chorear no es el problema sino chorear por chorear, chorear con los ojos cerrados como huyendo de sí mismos: Robin Hood se vuelve culpógeno, barrabás se arrepiente de corazón y el Loco Pepe se sana con Pilar Sordo.
            Alguna vez existió un ex convicto que estudio en la UPLA. Hacía huelgas de hambre en la azotea y en la noche rompía el piso en “La Terraza” (Blanco #1285. Valparaíso). Pasaba a comer pizza  en Bellavista y maraqueaba en el Pan de azúcar. Eso decían o quizás lo acabo de inventar, pero lo que cierto es que había estado preso y no adelgazaba nunca el guatón huelguista. Se defendía bien con capucha y funcionaba bien su cahuín de la huelga, hay que admitirlo. Pero ese discursito antiinstitucional-purista-anarcoevangélicoide no me lo compro. Menos desde la UPLA, el hermano pobre de la Chile, la tía maraca de la familia CRUCH, U Pi El Ei la University que se vende al extranjero como playera y baño público del Roma.
            Sin embargo, mi uplita:

            ¿Es un paraíso fiscal? Chi lo é
                        ¿Es el centro del mercado negro de Playa Ancha? Chi lo é
                                    ¿Es la costa damnificada de ese tifón anual que llamamos PSU? Chi lo é

            Dicen que los científicos que apoyan la tesis de la Marea Roja se titularon acá. Se vendieron al mejor postor y nunca asumieron su prostitución. Repito el problema no está en robar o no robar, en venderse o no venderse, el problema -como diría Arjona- es ser material de los weones. Es reivindicar el proletariado quemando kioskos. Es creerse iluminado y terminar colgado como poste en la plaza pública, meado por los presos que salieron de noche para volver en la mañana a la celda.
            Más vivito con el terrorismo blanco, con ser blanco de las estadísticas, con dejar que las drogas terminen bacilándote. Es nuestra principal labor conquistar o confundir a los medios. Ese es el único punto que no es un punto medio. Hemos de encender la mecha de la dueña de casa, para encender al transeúnte con vocación de opinólogo y prender al incendio de votantes con el discernimiento de un zombie. A autoimponerse disciplina, criminales del discurso.
            “Y si crees que otros no se volvieron locos en habitaciones minúsculas/ como te está pasando a tí ahora/ sin mujeres/ sin comida/ sin esperanza…/ entonces no estás listo, toma más cerveza./ Hay tiempo/ y si no hay/ esta bien igual/”.

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