sábado, 30 de noviembre de 2013

DE QUÍMICA ESPECULATIVA

Preludio
            Tú… no usted… tú:
                                   No me hables de estrategias si ya te acostumbraste a vivir sobre la corteza. Y más encima te compras el eslogan de la paz social. La guerra no es cuestión de opción y por lo demás, el enemigo siempre es uno mismo. De ahí, que cuando me bajo los pantalones es para levantar otras banderas y que si la tiro imprudente, sin mirar por el espejo retrovisor, es porque creo en la fertilidad y en el fútbol: me gusta que quede picando, dando bote, girando muerta sobre su propio eje (o por lo menos hasta que ella, usted, se digne acercarme una silla para este discursito discapacitado, de palabras aguadas pero intenciones claras).
            Pero tampoco es por amor al arte. Sustituir un “yo” por un “tú” cuesta más que una cara bonita. Quizás todo se resuma al trabajo editorial, a los besos que se dan a través de terceros.


Tullido y Ágrafo
            Quiero terminar lo que no acabo de empezar.
T.C.
            Resulta urgente remecer el status quo. Me niego a poner la otra mejilla, el lado B, aunque la otra nalga sería un acto de amor (pero eso nada que ver ahora). Por mi parte me siento pagado con una mirada al azar, con esa sonrisa tímida que:
            De       repente
            De       porta
            De       presiones
            Dis      tópicas
                                               Así que respóndales. Sonría y póngame fianza
                                                                                                                      Dis      curra
                                                                                                                      Dis      parando
                                                                                                                      Dis      parates
                                                                                                                      De       formes
            Y si no hay rima, no importa.
            Saque las garras, agarrando grandes grupos de Garcas
                                                                                              Grojeando gritos de gresca

            Reivindicando el espacio entre sordos-mudos
            Despotricando contra la cercanía entre ciegos
            Aunque el sentido común le duela
            aunque se pierda, aunque se hunda.
            Y si no hay rima, no importa.
            Yo le hago la segunda.


Haciendo Puntería
            La lengüeta por la cintura
            un pensamiento que fluye entre las piernas
            el mínimo roce
            es la coincidencia que me mantiene en vilo.
            ¡Alma de apostador!
            ¡Apotope!
            un estadio aleatorio que funciona al arbitrio de la paranoia
            según los caprichos del humo de la fábrica
            ¡A la que te criaste!
            De ahí la escritura
            de ahí la carita,
            resaca después de tanta adrenalina
            el malestar después de tanto correr entre muebles
            Y si no hay vergüenza
            Es porque eres mi recorrido favorito de la micro,
            La sensación de hablar frente al espejo.
            Una insinuación con ganas de herir pero a matar.
            ¿Y si no doy con la frecuencia?
            Bueno, hay cosas peores.
            No soportaría saltar al vacío
            y caer afuera.


Dando carátula
            O respondes o te escondes: clases filosofía contemporánea. Y si no hay tiempo, hagamos un sacrificio y pasemos del recreo, mira que podríamos pasarlo muy bien en el futuro.
La cosa se complica si me dices que un reloj tira más que un chiste inoportuno, que un paraguas más que una toalla. Es cierto, puede que la masturbación haya acabado con el arte pero siempre, siempre amiga mía, está la posibilidad de hacerlo en masa o de escribirnos en privado. Embarquémonos de una vez: pasemos del Hedonismo al Andinismo y todos contentos.
De lo que hablo es de amor sin comillas, con minúscula y a 100 km/h, re-re-relacionando el hipo con la tartamudez cuando son los balazos los que se re-re-repiten. Y no es que ande armado, es solo que la filosofía necesita blindarse. Traigo un saco de ideas pero no quiero maquillaje. Lo re-re-repito: voy con las manos en alto, sin machas blancas, intentando filtrar el exceso de eso.


El Ultimátum
            Acepto el reto. Como que después de todo me atrae la meteorología, ese decir sin decir. O quizás no. Puede ser que la persecución, el doble sentido y los actos de presencia se hayan convertido en un modo de vida.
Tras una mirada hay un verso
            (tal vez hasta un par)
            Versos peligrosos
            con alambre y púa,
            sellados al vacío.
            Dulces y con experticia
como tus lenguas,
            ambas:
            Esa que habita en mi pensamiento,
            la otra que está en veda.


            Y es por eso que ocurren accidentes, te pasas una luz roja y ya no sabes hacia donde vas. Si en algún costado de tu cama hubiese algún espacio para este joven menesteroso, agradecería el hospedaje. Ofrezco textos x sonrisas, al contento.
            La decisión es tuya aunque no te guste la música. Yo le llamo Sincronía: sincronía con tus cuerdas vocales, gambeteando estructuras fónicas sobre el beatbox de tus latidos.
Y declaro:
                                                no basta con tener sin pulir
            no hay compromiso sumiso                              no existe chiste sin quiste

            Y acepto el juego como quien se sienta a esperar el tren. Aunque tenga que ser una boya a la intemperie, aunque tenga que en definitiva, tomarte por asalto porque quiero puro cular y re-cular, recular, recular y recular hasta quedar seco. Es ahí cuando entiendo que las coincidencias sonoras no bastan en el amor.


Pero te regalo un ramo de flores: las flores son discurso, el ramo la retórica. Un ramo para fundar mundos en tu nombre como si el amor le exigiera pensión alimenticia a la creación. Y más que mundos son jardines y más que jardines son lugares, lugares donde acudir cuando el cielo se caiga a pedazos.


Diciembre. 2012

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Yo también fui al fronTierra


“La calor la cagó y ya me dio insolación,
una cerveza me repondría y me dejaría mucho mejor”
Ser Humano N°2 - TDG


Dentro de una espesa nube de polvo, entre juegos mecánicos y comida ABC1, se edificaron 3 estructuras monumentales: la primera destacaba por su mala ubicación, la segunda por su pésimo sonido y la tercera por su lejanía. Sin embargo, distribución, parrilla y ubicación suelen ser un dato anecdótico en este tipo de eventos high, donde la música y el vacile son lo más parecido a un concierto de música docta, escuchada por sujetos legos en la materia pero con ansias de hablar sobre dodecafonía con Stravisnky.
Asquerosa cultura Lollapaloozesca, de música con mano en bolsillo, de filas enormes en locales exclusivos de comida, de baños armoniosos con fecas armoniosas, con un pulule de rubias despampanantes y grandes mocetones nacidos en gimnasios-laboratorio, vagando a la manera de un patrón de fundo. Por lo menos hubo fuerza 8, por lo menos Salvaje Decibel y Álvaro España tuvieron un cameo en este festival de las apariencias y la sinmemoria.


¿Cómo asesinar a Felipes? No hace falta pensarlo porque se suicidan, porque se pisan la cola, porque se les notan las costuras y queda claro el porqué de su éxito y el respaldo de la crítica. Música inofensiva, considerando su crisol de Jazz y Hip-Hop, aunque con experimentos interesantes  como Comenzará de nuevo  del 2012. Música de Ghetto secuestrada con una sonrisa de oreja a oreja, en una sentencia que alguna vez Luca Prodan usó para Spinetta: rebuscados, con letras que matan pero nadie entiende. 
¿Y Tiro de Gracia en la casa? La cocaína, la comida y el Colon irritable son el karma de la música de los 90´. Regreso y despedida. Retorno de misericordia. Lo único valorable, en mi opinión de remitente, fue Lenwadura, un maestro de ceremonia a la antigua, sobreviviente de una época gloriosa institucionalizada por EMI y gestionada por Carlos Cabezas y su alter ego. Ojalá alguna pensión de gracia pueda respaldar a Lenwadura y su flacura, digna de músico del tercer mundo, sea solo consecuencia de su diabetes.
Punto aparte, los errores con los show´s, el sonido y el atraso. Punto aparte los vendedores de alcohol clandestino, piratas de poca monta que en algún momento vendieron sus últimas latas de cerveza a 3 lucas.
Jorge González, pasó de Padre a Madrina. Con una actuación simple, consecuencia –según aclaró- de no haber podido probar sonido, soltó éxitos para los que fueron lolos con ese filenismo estético, vacío, que nos tiene acostumbrados y que lo liga a la nueva música $hilena, en una postal que va más o menos así: el argentino Yáñez a su derecha, Gepe pintándose las uñas a la izquierda y el no despreciable PedroPiedra tirando tarros en su espalda. Craso error pues, creo, Jorge González debería seguir respondiendo a la línea músico-estética de Joe Strummer y no a la de esa mijita rica colorienta que es Morrisey.
Los tetas probablemente fueron lo mejor del día. Acotados, pertinentes, respetuosos con el tiempo de los otros artistas, musicalmente parlanchines. Luego vino la maquinaria Trujillana y la clásica, aunque con Álvaro España como pirinola.
A esas horas ya se necesitaba agua y asientos, pero a diferencia de otras tocatas menos concurridas, por estática, por estar clavado al suelo comiendo merengue con la canícula hardcore en el cielo. Faltaron sus wachas a la deriva, heterocuriosidad, homoseguridad, parejas accidentales, curaos jugosos, oscuridad de sucucho, excesos creadores y algún desconcierto en este concierto de voces univocas, en este sitio de suspensión de lo carnavalesco.
Rato después salió Molotov a escena y quedó la patá. Minas en pelota sobre la tarima, muchachos prendiéndole fuego a los locales de comida rápida y parejas teniendo sexo con Rastamandita, es lo que les hubiesen querido encontrar pero no fue así. Mirar por mirar. Cabecear por cabecear. Putear por putear porque puto el que no brinque el que no salte. Un buen grupo, afinado pero con una puesta en escena demasiado idiosincrática, una secuela musical del chavo del ocho, a mi parecer. A Cultura Profética no lo conocía y no me gustó, aunque su filiación con Portavoz y acompañantes fue interesante, toda vez que rompió con las expectativas de los espectadores de ópera.
Finalmente Los Fabulosos Cadillacs y su llegaba en 4 autos lujosos, cerraron un extraño y extenuante día. Con Vicentico en una rara performance, provocadora pero poco espontánea, interpretaron canciones para fanáticos especialmente del Surfer Calavera, una rareza en su línea musical pero por el cual recibieron un Grammy. Se pudo observar a Flavio sin skate versión hardcore, lo más parecido a Dee Dee Ramone con sobrepeso; a Vicentico percusionando con más ganas que coordinación y a Sergio Rotman tomando el protagonismo con el saxo.



Se sabe: en gustos no hay nada escrito. Sin embargo, la consideración de la calidad del producto en cuestión (26 lucas costaba la cochiná), o yendo más allá, la crítica legítima al diseño del espacio arroja malos resultados evidentes. Vaya a saber uno lo que podrían haber dicho los expertos: imagínense a un paisajista, imagínense a un arquitecto, imagínense a un buen organizador de eventos. Un festival fallido, poco festivo, tan improvisado como sus antecesores (El Maquinaria, por ejemplo), defectuoso sobre todo por su pretensión: ganar dinero con la gran cantidad de gente –algo totalmente legítimo en el contexto de la oferta y la demanda- pero sin prever la calidad del show en sus mínimos detalles, rasgo que repercutió además en el impacto ambiental, faltando al precepto neurálgico que se viene haciendo costumbre y ojalá no logre instalarse, como lo es esta filosofía media progre de eventos al aire libre, lo más parecido a la ley de violencia en los estadio. 

miércoles, 6 de noviembre de 2013

= Q 100pre

Lo mismo de siempre. La realidad que se traduce en signos, que se novela, que se modela en renglones perfectamente constatables. Deletrea frases novedosas en sitios eriazos. Restos de la marea alta de mi ciudad de origen, réplica burlesca de fiestas patrias (un bigoteado amparado en la efectividad de la crónica roja); una mujer muere, la suicidan esa noche en la que yo, mi Yo Lírico, Lárico, Lúdico… mi Yo Robot, sale con menores de edad: rosaditos, culiblancos y lechosos. El lobo mostrando a sus primos de vino, el color de la sangre.
Y sin embargo, lo mismo de siempre. Otra publicación perdida en el tiempo, entre las calles plastificadas, entre el papeleo de la memoria, multiplicada por las posibilidades del formato pero dividida por la cantidad de televidentes, de votantes ciegos para las próximas elecciones. Lo mismo, si consideramos que el ejercicio de la publicación, esa supuesta emergencia de la publicitaria publicación está dejando muertos por el camino, ciegos por exceso de luz, discapacitados por falta de sexo. Pastores de la escritura autómata, masturbatoria, de arenas blandas. Editores emponzoñados con el síndrome filial de Bolaño, escritores de una tradición maniaco-compulsiva de la que César Aira podría ser inspector de aduana. En fin, contaminados con esas ganas irremediables de avanzar su carro de llantos y entrar en la historia, entrechocándose.
 Así, si un joven poeta, o dicho de otro modo, un poeta joven se encuentra con el asesino de la mujer muerta más arriba, en la vereda del primer párrafo, y lo alerta  sobre una futura mala conducta, como quien trata de predecir el clima, ya no es una revelación poética o el lenguaje de los Dioses sino una simple coincidencia, pues la cantidad termina borrando las marcas de la calidad. Ahí es cuando salta la liebre y las discusiones sobre las drogas, la ficción, las relaciones humanas e incluso sobre la buena muerte. El derecho a una muerte digna, no insidiosa, no farandulizada, sin rostros desfigurados, sin marcas de manos de obrero, sin sepulcros a tajo abierto. Lo mismo de siempre a este lado del discurso.
Y en medio del caos, una mujer, una mujer que canta contra Odiseo, sirena-serena-sureña, que liga con recuerdos, por mensajes de perros callejeros, a través de lugares ocultos. Esa necesidad que caga, que atormenta, que corona los miedos, que alimenta las posibilidades de tropezar con una piedra similar, de volver a caer al mismo hoyo psicológico: una cuenca que demuestra que la inspiración siempre entra por la nariz.

 Como siempre pero no para siempre. Es en serio, es en Siria, es en serie.

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