“Tener
y profesar ideales puede ser un absurdo; los ideales no son hechos naturales,
ni se revelan hoy a los hombres por medios sobrenaturales. En la naturaleza
puede descubrirse un ideal de belleza; pero la naturaleza es una limitación que
ha conducido muchas veces en la historia del arte al academismo, a la
decadencia y a una necesaria rebelión. El espíritu puede captar ideales más
allá del orden natural, y para expresarlos necesitamos símbolos que no se
encuentran hechos en la naturaleza, que requieren el esfuerzo de la creación
original,
la “energía formativa” de que acostumbraban hablar Goethe y Schiller.”
la “energía formativa” de que acostumbraban hablar Goethe y Schiller.”
Herbert
Read – Ensayos sobre Política
Las problemáticas que suelen surgir
desde los estudiantes de pedagogía en una universidad estatal, tan permeados como validados por
ella, sobre la concordancia de lo aprendido con lo enseñado, o yendo más lejos,
sobre lo curricularmente aceptado con lo que se considera parte de un
curriculum oculto, los lleva de manera natural a un binomio irreductible, o
bien, cuando el pesimismo no es tal, a un ejercicio parasitario dentro de la
estructura jerárquica, aceptando normativas y reglamentaciones muchas veces
absurdas pero que sustentan y certifican esta deuda-oficio.
Para responder a estas disyuntivas
de pertinencias y a otras que puedan surgir al respecto, quisiera plantear 2 preguntas:
1) ¿Es compatible un plan riguroso de
lectura crítica en las escuelas actuales? y 2) ¿Se puede incentivar el
librepensamiento, el pensamiento divergente dentro de una institución que se
plantea como reproductora y sostén del status quo?
Frente a la primera incógnita, me
remito a un rayado callejero de antigua data, ubicado en calle Colón, a la
altura de calle Rancagua “mientras más
lees, más burgués te crees”. Esta máxima que pareciera apuntar a un
Nihilismo infanto-fascista, caracterizando a la lectura como síntoma del
estancamiento social, de la comodidad con que viven algunos sujetos sumidos en
una supuesta lectura de una agenda supuestamente cultural, no hace más que
cuestionar aquel fenómeno que entendemos como “Literatura”, o de manera más
amplia, lo que comprendemos por “Lectura de la realidad”.
Paulo
Freire, en una enigmático discurso titulado “La importancia del acto de leer”,
expone y propone estrategias para entender este fenómeno de manera más
transversal. Afirma, en primera instancia, que la lectura de la realidad es un precedente
necesario para la lectura de la palabra, leyendo e interpretando textos en la
observación de:
“la
danza de las copas de los árboles sopladas por fuertes vientos que anuncian
tempestades, truenos y relámpagos [o]; las aguas de la lluvia jugando a la
geografía, inventando lagos, islas, ríos [y] arroyos”.
De
ahí que lo que se juzga como objeto artístico literario, pase a ser considerado
hoy como artefacto (2), un elemento dotado de voluntad simbólica y contexto, que
muchas veces apunta a la colisión de valores y que sólo puede ser aprehendido
en el marco de una performance o instalación literaria, con esa única y
-discutible- cualidad que Derrida llama Iterabilidad,
es decir, la capacidad de repetir estructuras que sean alternas.
Mi
experiencia en el mundo docente, dice que la literatura es una herramienta
necesaria para la enseñanza del estudiante, un catalizador de la consciencia
del ser humano, ya sea por introducir nuevos imaginarios, por la sobrevivencia
de la memoria, por la reinterpretación de interpretaciones impuestas o por la mera
identificación del lector con la realidad reflejada. Recuerdo a mis estudiantes
de segundo medio debatiendo sobre los rasgos que hacían de El Lazarillo de Tormes,
una descripción fiel de lo que conocemos hoy en día como el Lanza o Flaite
Chileno, aquella moda del choreo que la prestigiosa revista italiana del Grupo
Benetton destaca como una de las 76 tendencias más influyentes del mundo.
En
ese mismo sentido, en el universo de la interpretación, es que la lectura de
textos ya clásicos como El Socio de
Jenaro Prieto, Lautaro, joven Libertador
de Arauco de Fernando Alegría o La
ciudad está triste de Ramón Díaz Eterovic, me permitieron contextualizar
tópicos e imágenes prácticamente vedadas para la educación formal, toda vez que
los jueces de la literatura, epónimos de la academia patológica o de la Unidad
Técnica Mecagógica, enmarcan los acontecimientos en el “folclor” de la ficción.
En
el caso de Jenaro Prieto, su texto de prosa impoluta, realiza una crítica a la
explotación y especulación económica de la clase empresarial, correspondencia directa
de lo que conocemos hoy como casos Rigs, Bancos de Talca, prestaciones de
servicios no realizados o simples montajes. Publicado en 1928, da cuenta de un
contexto histórico constatable donde su protagonista, Julián Pardo, termina
suicidándose debido a una disociación de personalidad y enajenación mental,
acto que realizan incluso hoy en día, algunos presidarios de las cárceles más
lujosas de Chile. Lo anterior, concomitancia cruda pero señal clara del fetichismo mercantil en el que vivimos.
En
Lautaro de Fernando Alegría, además
de hacer una recapitulación profunda y metódica de los hechos acaecidos durante
la Guerra de Arauco, introduce temas tan en boga como son el problema del
estado chileno con la nación mapuche, las conspiraciones políticas, en este
caso la Logia Lautarina y la cuestión indígena desde todas sus aristas. Lectura
totalmente práctica, repleta de una épica y grandilocuencia oculta hoy en los
medios bajo consignas terroristas y de obstinación ciega.
Finalmente,
en el caso del respetable detective Heredia, “el jugoso”, “el putero” del detective Heredia (cito a uno de mis
alumnos), se introduce un género
ideal para llamar a la curiosidad, en este caso La ciudad está triste y el juego del enigma policial: el mejor medio para estimular la
imaginación e imaginario de los estudiantes, aquel acto que Freire denomina “creación
y recreación de ideas”, y no solo el consumo de estas. Particularmente en este
libro, sucedió que la madre de uno de los alumnos hizo sentir su molestia frente
a UTP, debido a una escena de sexo oral
que se relata casi en la mitad del texto. Una escena sutil y de no más de media
plana: Heredia, luego de recibir una golpiza debido al secuestro que investiga,
es recogido en la calle por la bailarina de topples a la que frecuenta y ella,
luego de sanar sus heridas realiza una felación de manera delicada, mezclando
el deseo con la dolencia de una existencia recientemente aporreada. Para el
profesor, sexo oral bien cuidado y narrativamente justificado. Para la madre
del joven, falta de filtro escandaloso dentro de un colegio de oración
mañanera. Habría sido vano alegar que una escena como la descrita, parece un
juego de niños comparado con la música, programas de televisión, páginas de
internet y métodos de cortejo de un escolar promedio. Hubiese sido soberbio apelar
al desconocimiento literario de obras con rasgos, probablemente, igual de
censurables: los burgueses de Mala onda consumiendo
drogas (2), Ana Frank y su despertar sexual a corta edad, Sherlock
Holmes y su cocaína al 7% (3), Horacio Quiroga y su prosa gore, Francisca yo te amo y su agresión
directa contra el intelecto juvenil… Argumentos más, argumentos menos: Panadera
a tus pasteles y libertad a los presos por leer.
Ahora
bien, intentando saldar la segunda pregunta quisiera rescatar un libro perdido
en el tiempo titulado “Papagayo de papel
y Operación Coipo” de la ex militante comunista Patricia Roi Jonás,
exiliada en Suecia hacia 1977, quien publica sus memorias en 1994. En dicho
tratado de su vida, en la que relata desde su perspectiva la serie de
acontecimientos que vivió desde el golpe de estado, adjunta notas sobre temas
de interés propio, a saber: resúmenes sobre filosofía materialista, la
biografía de Lenin, nociones de derecho básico como la justica, el deber, el
delito; tácticas militares, su ingreso al FPMR, relatos de la segunda guerra
mundial, comentarios acerca de la guerra fría, entre algunos recortes
literarios. ¿Con qué objetivo? La autora aclara:
“Este relato es un
trabajo de cárcel, escrito y reescrito. Este trabajo, bueno o malo, coherente o
incoherente, ES MI MEMORIA. Es una memoria práctica para un constructor de
partido.”
Desde este texto, necesidad vital de la
memoria, se extrae un fragmento que nos permite reflexionar sobre el segundo
punto: el incentivo del pensamiento
divergente dentro de una institución, depende directamente de lo que dicte la infraestructura
y sus relaciones de producción, un aforismo que Carlos Marx resolvería hace
muchos años (4), pero que sirve de etiqueta para el siguiente caso:
“CUESTIONARIO:
AFIRMACIONES E INTERROGANTES (TEXTO QUE UTILIZAN LOS ESTUDIANTES
LUXEMBUERGUESES EN SUS CENTROS DE ESTUDIOS SECUNDARIOS EN 1990)”:
1.-
¿De dónde vienen
nuestras ideas: de nuestro espíritu o de la experiencia?
2.- ¿Nos permite la
sensación pasar de lo particular a lo universal? (Aristóteles)
3.- ¿Es la práctica
criterio de la verdad y la realidad?
4.- ¿Están nuestros
pensamientos completamente en nuestro poder? (Descartes)
5.- ¿Qué es la
consciencia individual?
6.- ¿Qué es la
consciencia colectiva?
7.- ¿Qué es el inconsciente?
8.- ¿La palabra es un
símbolo o un signo?
9.- ¿Dicen las palabras
la esencia de las cosas?
10. -¿Hay dos verdades
primeras inseparables: yo pienso y diversas cosas son pensadas por mí?
(Leibnitz)
11. -¿Es el pensamiento
propiedad de la materia?
12. -¿El lenguaje es
expresión del pensamiento antes que medio?
13. -¿Podemos pensar
sin palabras?
14. -¿Cómo se explica
la libertad?
15.- ¿Por qué se
trabaja?
16.- ¿La moral supone
sujetos libres que pueden darse a sí mismos ley?
17.- ¿Renunciar a la libertad
es renunciar a la calidad de seres humanos?
18.- ¿En la medida que
hay clases antagónicas, hay estado? (Lenin)
19.- ¿Qué es el estado?”
Estas
disyuntivas, 65 sentencias en total, fueron recurrentes a lo largo de la
educación secundaria del Luxemburgo de 1990 y no tenían otro objetivo que el de
promover la duda y reflexión en los estudiantes que entraban a la educación media, como si la consciencia del
ser humano o el pensamiento paralelo fuesen requisito para su formación como
entes sociales.
Así
no debería extrañar que en nuestro País, la SIMCEridad del SIMCE importe más
que la del estudiante, que la PSU intente determinar la inteligencia y
capacidad de abstracción a través de porcentajes o que los padres conciban la
educación como jardín infantil, como laboratorio de robotización en serie. Es
finalmente, la comprensión del mundo y sus distintos estímulos, los que traen
como consecuencia una buena adquisición de la historia de las ideas y de la
experiencia lectora, en un contexto educacional planteado como zona temporalmente
autónoma, con el ciberespacio como embajada, permutando ficción por
virtualidad, sorteando la censura, con el copyleft como regla de oro y la muerte del autor en andas
En
fin, aceptando el advenimiento del hipertexto dentro de un contexto pedagógico autosustentado
y alfabetizado contra las imposiciones del exterior, para evitar así, sucumbir
ante los nuevos administradores de este local de comida rápida, de este centro
de formación tétrica, de este burdel de las ocurrencias pringadas que es el
estado.
Educad
a los niños para no castigar a los hombres, dijo Aristóteles. Tal vez haya que
educar a los padres para no seguir castigando a los profes.
REFERENCIAS
(1) Todo artefacto por definición nace como
consecuencia de una necesidad social y cultural. De ahí que todo aparato y
objeto sean artefactos, pero no todo artefacto sea objeto o aparato. La
inclusión de artes aplicadas, el comic, la performance, el arte conceptual y
las instalaciones artísticas sustentan.
Gerard
Genette, en su libro titulado “La obra de arte, inmanencia y trascendencia” (1981)
señala que un elemento constitutivo básico del arte es su función estética,
argumento que va en la misma línea de Kant. Sin embargo, Jean Marie Schaeffer a
pesar de compartir el argumento de Genette, afirma que esa función estética
puede estar presente como desaparecer, por lo que él reconoce como cualidad
propia la causalidad intencional de
estética. En cuanto al placer de lo estético, otro teórico que fundamenta
la extensión del espectro es Herbert Read quien ha extendido el significado de
la palabra ‘háptica’. de manera que hacen alusión, por exclusión, a todo el
conjunto de sensaciones no visuales y no auditivas que experimenta un
individuo. La interacción háptica incluye variables mecánicas, como fuerzas,
momentos, dureza, etcétera, provienentes
de las características físicas de aquello que se toca, pero también de la
persona que toca o que percibe.
(2) Matías
Vicuña, protagonista y narrador de la
novela, es un adolescente santiaguino de 17 años de edad que se sumerge en las
drogas (marihuana, cocaína, Valium) y el alcohol por hastío.
(3) “Durante
muchos meses yo había presenciado esta operación tres veces al día, pero la
costumbre no había conseguido que mi mente la aceptara”.
El que habla es Watson, que pregunta: “¿Qué
ha sido hoy? ¿Morfina o cocaína?”. Y Holmes: “Es cocaína, una solución al 7%. ¿Quiere probarla?”. Watson rehúye. (En “El signo de los cuatro”, segunda
novela de Conan Doyle)
(4) La contradicción que
Marx marca se origina cuando el trabajo es propiedad de la clase proletaria y
los medios son propiedad de la clase capitalista; por lo que el trabajo humano
se convierte en una mercancía más, que cae dentro de las leyes del mercado. La
relación entre el propietario de los medios de producción y el trabajador está
en la base del entramado social, y permanece oculta. Es la infraestructura.
La superestructura es
el montaje jurídico-ideológico-religioso para justificar una determinada
estructura económica. La superestructura tiende a perpetuar la estructura, pero
las relaciones de producción, que se dan a nivel de infraestructura, cambian, y
este cambio obliga a cambiar también la superestructura, que debe buscar otros
criterios de justificación distintos. (En el prólogo de “Contribución a la
crítica de la economía política”, 1859).