(…)
Triste clown, miserable
mezcla
de mono y rata, cuyo rabo
peinan
en Wall Street con pomada de oro,
no
pasarán los días sin que caigas del árbol
y
seas el montón de inmundicia evidente
que
el transeúnte evita pisar en las esquinas!
Pablo Neruda – Canto
General
Hacia 1948, cuando el gobernar es producir comenzaba a mostrar
sus primeros resultados en la sociedad chilena, llega a la presidencia Gabriel
González Videla, controvertido y ambiguo presidente de Chile.
En un chile azotado por una incipiente
recesión post guerra, González Videla, luego de múltiples baches y vericuetos
gubernamentales, arremete contra su principal plataforma eleccionaria y
proscribe al partido comunista de la esfera política de nuestro país;
persiguiendo e inhabilitando todo cargo, cercanía y militancia PC con la
mentada Ley de Defensa Permanente de la Democracia , más conocida como “Ley maldita”.
Inaugurando Pisagua, como una versión criolla de Auschwitz relegando a cerca de
500 chilenos, e incluyendo en su gobierno a sectores de la vereda política
opuesta, marca un hito en la historia presidencial y de traición en nuestro
país.
Estos acontecimientos de hace más de 50
años, parecieran ser lugares comunes en el manejo político del actual gobierno
y no me refiero sólo a la inclusión de un par de moderados con alma de
aliancistas al gabinete del sr. Piñera, sino al famoso proyecto de ley que
modifica el artículo 269 del código penal: la llamada “Ley Hinzpeter” o “ley
antitomas”. Dicha ley calificaría como delito cualquier “ocupación o invasión
ilegal de inmuebles” desde viviendas deshabitadas, a centros comerciales,
religiosos y los mismos centros educacionales. Además, se incluiría en la
noción de “desordenes públicos”, la interrupción de servicios públicos, el
saqueo, las faltas de respeto a la autoridad y todo lo anterior, con la yapa y
agravante terrorista de actuar encapuchado.
Una modificación legal que no es
consecuencia de una necesidad de la población, sino producto de la ineficacia
administrativa y mal manejo de la fuerza policial; hecho que se ve demostrado
al analizar la confusa figura legal que tipificaría de la misma forma; a
marchas no autorizadas, a protestas de pacifismo activo en la vía pública, a la
toma de las calles ante la nula afluencia de las micros, al saqueo de grandes
cadenas de supermercados y a las barricadas conmemorativas en alguna población
de Santiago.
En un momento histórico para las
organizaciones sociales en Chile, donde creo, se logró resemantizar la protesta
popular y que los mismos actores tomaran consciencia de su papel en los cambios
históricos, no debiera asombrar que la clase política y sectores amenazados por
esta especie de huracán reivindicativo, busquen proscribir la indignación.
Ahora bien, la discusión que me
interesa poner en el tapete y que ha pasado casi desapercibida es en relación a
las nuevas atribuciones de la policía, entre las cuales está la requisición o
retención –sin orden previa de un fiscal- de las imágenes y videos captados por
algún medio de comunicación durante alguna protesta o ilícito. Este hecho que
es lisa y llanamente un atentado a la malograda y manoseada libertad de prensa,
es el que en un futuro separará de manera artificial –en una paráfrasis de la
noción de conciencia de clases- a la prensa para el pueblo y la prensa contra
el pueblo, hecho que no es del todo perjudicial pero que reducirá la labor del
periodista a escoger un lado de la verdad de la noticia, desechando ese caldo
de cabeza que era la pretendida objetividad ante los hechos que muchos aún
intentaban (y que de todas maneras nunca existió). Un oficio que debiera tener
una voluntad más analítica que política, si nos pensamos junto a Alicia en su
país de las maravillas, pero que si lo llevamos a nuestra realidad, en algunos
casos permitiría reforzar las trincheras con periodistas que estén dispuestos a
dar la pelea por la libertad de la información, a la manera de los cronistas de
la segunda república en la
España del 36´o tal como lo hicieron muchos fotógrafos en la
dictadura de Pinochet, que veían en su foco lo más parecido a la punta de una
bayoneta.
Todos los oficios ligados al despliegue
de información audiovisual; la labor de fotógrafo convertida hoy en un juego de
cuicos; la de camarógrafo basada en filmar destrozos, llantos y culos
fotogénicos y la de periodista en terreno, que reside en inventar
acontecimientos y “climas ciudadanos” según la línea editorial del canal (hecho
que queda demostrado con la prensa internacional), podrían ser cambiados por
una labor profesional con una línea más política, confrontacional y
verdaderamente independiente, al ya no sólo ver sus intereses económicos en
juego, sino también su integridad física y libertades personales.
Es de esperar que las consecuencias de
medidas tan torcidas como estas no tengan frutos ni los resultados esperados,
pues claramente es un golpe de autoridad frente a un pueblo que sólo tiene sus
pulmones y “el poder del voto” contra un ejército muy bien armado, que siempre
ha buscado proteger a los mismos gobiernos, no de los bolivianos sin mar, sino
de la ciudadanía consciente que estaría dispuesta a dejar lo que sea por
cambiar toda esta wea.
No es una sorpresa que Piñera tome el
papel histórico que le correspondió a González Videla, si Hinzpeter ha querido hacer
de comandante Merino.
Consejo práctico: la mejor
manera de evitar que se rebalse el wáter de tanta mierda, es cambiando la taza
del baño y limitando la entrada. Se detendrá por sospecha a cada pedorro y
pedorra para evitar futuras indigestiones. Todo el que oiga o huela algún aroma
sospechoso deberá prestar declaración.